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¿Triunfar a costa del ego?

  • Foto del escritor: Armando Molina II
    Armando Molina II
  • 9 sept 2020
  • 4 Min. de lectura

Desde que era niño tenía claro que quería ser un exitoso director de cine. Supongo que mi infancia como persona introvertida y bastante tímida, la marcó mi gran imaginación y las películas que me hacían vivir grandes aventuras.


Ya en la adolescencia empecé a hacer cortometrajes, y empezaba a estudiar por mi cuenta las técnicas y los estilos de diferentes cineastas, al igual que sus biografías, las cuales me inspiraban. Sé que no es muy original tener como ídolo a Spielberg, ya que es el culpable de que la mayoría de cineastas actuales hayan decidido dedicarse a esta industria. Pero la verdad, que aparte de sus películas, lo que me motivaba era el entusiasmo que puso desde bien joven. Se colaba en rodajes de forma ilegal, hasta Hitchkock le echó de uno cuando el pequeño Steven no era nadie. Y esa confianza en sí mismo para llegar a dedicarse al cine es lo que más me inspiraba de él. Quien la verdad, ni es mi director favorito ni sus películas mis favoritas.


Al acabar el instituto decidí no estudiar comunicación audiovisual, que está más cerca del periodismo que del séptimo arte, e intenté estudiar en una escuela de cine, las cuales son verdaderamente caras, por lo que no me lo pude permitir. Pero yo estaba convencido que acabaría triunfando, aprendía por mi cuenta, colaboraba en todos los rodajes que podía. De vez en cuando hacía algún curso intensivo relacionado con el cine y sobre todo rodaba cortometrajes. Pero según iba mejorando y entendiendo mejor la industria me di cuenta de que para hacer un buen proyecto, aunque sea un cortometraje, hace falta mucho tiempo, mucho dinero y muchos amigos. Y toda esa energía puesta probablemente no sirviera más que para que tu corto acabase en el cajón de los cortos que a nadie le importa y nadie ve. Y luego a comenzar a preparar el siguiente proyecto a ver si hay más suerte. Según iba conociendo a otros cineastas, ya estuviesen empezando o estuviesen consolidados, me daba cuenta del ego tremendo que envolvía a todos, y es que en esta profesión o tienes un ego tremendo de ser el mejor y de superarte constantemente en cada proyecto, o eres olvidado en muy poco tiempo. Por lo que de nada sirve toda esa red de contactos que has ido construyendo, quienes rápidamente se olvidan de ti. Y todo eso mientras rara vez sacas rentabilidad a lo que haces.


Siendo consciente de mi ego personal, decidí no luchar contra él sino unirme a él, y no solo unirme, quería demostrar que tenía el ego más grande todos, que estaba dispuesto a ir más lejos que nadie para demostrar que quería dedicarme al cine. Fue entonces cuando me decidí a hacer el documental "How I Met Spielberg", y no solamente por una gran admiración hacia él, sino porque era la persona más importante e inaccesible de toda la industria, era el reto más difícil al que podía enfrentarme. Y eso me motivaba especialmente. No tenía un objetivo claro, más allá de demostrar a todos mi valía y mis ganas de comerme el mundo. Así que ahí estaba yo, un joven de 20 años, de un pueblecito madrileño, sin dinero, intentando conocer a una de las personas más influyentes del planeta.


Este documental me permitió conocer a gente importante de la industria y todos, absolutamente todos, fueran mejores o peores personas, fueran más o menos altruistas. Todos tenían mucho ego, y es porque sin ese ego tu carrera artística acaba en muy poco tiempo. De entre las muchas personas importantes que vieron mi documental, recuerdo especialmente el feedback que me dio Carl Gottlieb, guionista de Tiburón (Jaws). Me dijo que toda la pureza y amabilidad de mi documental se perdía en mi propio ego. Que si en vez de haber tratado de conocer a Spielberg por mi propio interés, hubiera intentado conocerle para lograr un objetivo mayor, que fuera interés de muchos, entonces mi documental hubiera sido una obra maestra. Esa crítica me dejó reflexionando.


Contradictoriamente al ego necesario para ser un cineasta, este hombre tenía razón, la humildad de mi película se perdía en mi propio ego. Mi documental, como todo en la vida, no me aportó lo que esperaba, pero me aportó muchas otras cosas fabulosas que no podía imaginar. Si bien es cierto que a nivel profesional me abrió las puertas a conseguir un agente Hollywood y a conseguir que una productora californiana invirtiese en la postproducción y distribución de la película. Y gracias a esto fue posible hablar y negociar directamente con Dreamworks, aunque no de la forma que me hubiera gustado. A raíz del documental mi ego creció en gran medida, ya que me entrevistaron en muchos medios, daba conferencias y presentaba el documental en diferentes lugares, pero a la hora de la verdad, económicamente todo fueron perdidas. Y desde que empecé el proyecto hasta que me pude olvidar de él pasaron la friolera de cinco largos años. Cinco años dedicados a mi ego, cinco años de pequeños logros y muchos fracasos. Pero cinco años de conocer a gente maravillosa, de vivir experiencias y aventuras increíbles, de descubrir la providencia y de descubrirme a mí mismo. Gracias al documental me volví más valiente para afrontar la vida y eso me ha acercado a un camino más espiritual, más positivo.


Aún hoy en día, diez años después de empezar el proyecto, recibo comentarios de gente de todas partes del mundo agradeciéndome por haber hecho una historia tan inspiradora. Y al final, me doy cuenta de que todas las películas que me han inspirado en mi vida, están hechas con mucho ego, pero eso no quita valor a la obra resultante. Y como en el cine, imagino que en todas las artes, todas las obras maestras han sido forjadas con suerte, inspiración, trabajo y una buena dosis de ego personal.


Ya entrado en la treintena, me doy cuenta de que no he logrado vivir del cine. He tenido mis oportunidades, pero eran a costa de más ego, y sinceramente, he preferido seguir mi camino zen, mi camino tranquilo. Continuaré haciendo películas toda mi vida, pero quiero hacer muchas más cosas, no solo cine. Por lo que sigo tomándome la vida como un juego, y sigo preparando locos proyectos inspiradores, que se cuecen a fuego lento, intentando hacerlos alejado del ego, intentado disfrutar cada proceso creativo sin quemarme.


Tráiler de "How I Met Spielberg":




Película completa:



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