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  • Foto del escritorArmando Molina II

La espiritualidad es como el amor

Actualizado: 19 oct 2020


Alguien que ha estado enamorado, que ha sentido esa magia y esa llama, no necesita explicar lo que ha sentido. Al cruzarse con la gente y al mirar a los ojos a cualquier otra persona que haya sentido lo mismo en alguna ocasión, sabrá al instante que la otra persona es consciente de lo que es el amor. No es necesario explicar nada. En cambio, quien nunca ha llegado a enamorarse solo puede imaginar y teorizar, en función a lo que otros le cuentan, y sacar una serie de conclusiones, que lo más probable, estén bastante alejadas de la realidad.


Con la espiritualidad es parecido. Alguien que ha sentido esa conexión divina una vez, no necesita explicar nada, ni necesita comprender nada. Y al juntarse con alguien que también lo ha sentido, al instante se entenderán, se comprenderán mutuamente. En cambio, quien nunca ha sentido esa conexión espiritual con lo divino, no puede entenderlo. Puede estudiar todo sobre la espiritualidad, pero no dejará de sacar conclusiones erróneas y no dejará de intentar buscar algo que no tiene explicación. Algo que simplemente es. Y lo más probable es que sus conclusiones estén bastante alejadas de la realidad.


El conocimiento es una navaja de doble filo, es muy peligrosa. Sobre todo cuando se intenta encontrar la verdad. La verdad no hay que buscarla, la verdad está ahí. Y conviene desaprender todo lo aprendido para quitarnos tantos filtros y barreras que nuestra mente ha creado para no percibir lo que siempre ha estado ahí. Curiosamente, la sabiduría, la experiencia, el estudio y el conocimiento, son claves para encontrar el modo de desaprender, de ser uno con el todo. El problema es que casi siempre adquirimos conocimientos desde el ego, y queremos aprender más, y más, sin llegar a ningún sitio, simplemente acumulando información que no llegamos nunca a utilizar.


De nada sirve leer todos los libros espirituales de la historia, sin la intención de ponerlos en practica y comprobar si sus enseñanzas funcionan. Curiosamente, todas las enseñanzas que arrojan todos estos libros, se alejan completamente del intelecto para adentrarse en el ser. No necesitamos ir a la universidad para ser felices. Hasta el analfabeto más inculto del mundo puede ser mucho más feliz que la persona más inteligente y culta.


La espiritualidad es sencilla si tienes la humildad de vivirla sin comprenderla.

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