¡Grita!
- Armando Molina II
- 26 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 19 oct 2020

¿Cuándo es la última vez que has gritado? Un grito de verdad, con todas tus fuerzas, produciendo el sonido más intenso posible. Expresándote en toda tu plenitud.
Es increíble, con lo asombroso que somos como especie, con todo lo que ha pasado en el universo para llegar a ser quienes somos, a este momento, es increíble que estemos todos tan reprimidos, tan acomplejados y tan lejos de nuestro verdadero ser.
Sin duda, maquillamos nuestros defectos, intentado esconderlos entre innumerables rasgos de nuestra ficticia personalidad. Nos avergüenza que la gente vea nuestros defectos, pero más nos avergüenza ser nosotros mismos conscientes de ellos. Por lo que preferimos autoengañarnos.
Aún más triste, es el hecho de que no solo ocultamos nuestros defectos, también nuestras virtudes. Tenemos un potencial tremendo, que nos hace destacar en aspectos positivos, pero si destacamos quiere decir que somos diferentes. ¿Y cómo vamos a ser diferentes del rebaño? Por favor, qué miedo, qué dirán, qué pensarán de nosotros.
Tanto ocultar nuestros defectos como nuestras virtudes, es negar nuestro verdadero ser. Debemos conocer nuestros defectos para aprender de ellos y corregirlos, y debemos entregarnos a nuestras virtudes, las cuales están ahí por alguna razón, hay que aprovecharlas.
No es fácil sacar el valor para mostrarnos tal cual somos. Probablemente con el alcohol y otras sustancias podemos inhibir esos miedos, pero será de forma temporal, y los daños colaterales que nos pueden causar dichas sustancias no nos sale a cuenta.
En mi experiencia, la mejor herramienta para mostrar a nuestro verdadero ser, para desprenderse de esos complejos y miedos, es sin duda, GRITAR. Con un grito intenso nos desprendemos inmediatamente de todos los filtros y barreras emocionales que hemos ido creando. Instantáneamente, te reencuentras con tu verdadero ser. No es una formula de éxito, porque segundos después de gritar viene el sentido del ridículo a toda prisa, para hacernos pensar que estamos locos, que somos raros, y volvemos a nuestros inicios. Pero inconscientemente, algo se despierta en nosotros. Cada vez que nos invada esa timidez que no nos permite mostrarnos tal como nos gustaría, como somos realmente, nos acordaremos de ese grito, y empezaremos a observar desde afuera a todas estás creaciones mentales que nos controlan. Con el primer paso dado, solo falta continuar el camino.
Entiendo que si vives en una ciudad, rodeado de gente, gritar intensamente puede generar algún conflicto que no deseamos. Aunque no está de más despertar el interés de los vecinos, y si se cabrean, es deber de cada uno el enfrentarse a sus conflictos. Pero bueno, para empezar, si nos cohíbe demasiado lanzarnos a gritar, te recomiendo que te vayas un día al campo, tú solo. Te preparas un buen picnic, te haces una buena caminata, y cuando estés en medio de la nada, completamente solo, grita. Grita por varios minutos, hasta que te quedes sin voz. Di todo eso que no te atreviste a decir en su momento, dilo gritando. Di lo que deseas y di cómo te sientes, siempre gritando. Y ya puestos, salta, baila, haz locuras, exprésate. Tenemos miedo a expresarnos, y cada día acumulamos mucha energía reprimida, sácalo todo. Verás lo bien que sienta. Y probablemente al siguiente día te atrevas a gritar en casa, sin que te importe el qué dirán los vecinos. Serás tú mismo.
Otro truco, si conduces, es gritar en el coche. Cada vez que voy por la carretera yo solo, no pongo ni música ni voy hablando con el manos libres. Voy gritando como un loco. Eso sí, sin dejarme llevar por la euforia. Poniendo mucha atención al volante, y yendo con mucho cuidado. Desde luego, no me estreso conduciendo.
Grita, sin miedo. Verás qué bien sienta.
¡GRITA!
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